domingo, 8 de julio de 2007

Mi concepción de la evaluación en 6 preguntas

Palabras y conceptos clave: aspectos de la actuación del evaluado, evaluación cuantitativa y cualitativa, evaluación estandarizada, evaluación más allá de la nota, ética del evaluador, evaluación fina del aprendizaje
Me han formulado estas 6 preguntas sobre evaluación y las respondí. Pensé si era oportuno publicarlas. No quiero que este espacio de publicación tenga dueño con nombre y apellido, aunque sí un responsable que soy yo. Pero creo que el tema es tan importante y trascendente que merece ser discutido ampliamente. Entonces, aquí les planto mis ideas para que me tiren con todo, y de esta fricción surja algo bueno “en comunidad”.
  1. ¿Cuáles son los puntos que tienes en cuenta a la hora de evaluar?
    ¿A qué se refieren con puntos? ¿A los “criterios”, a los “aspectos” que quiero medir o nivelar? ¿O a las ideas con las que me muevo al evaluar, o sea, de qué parto, cuál es mi concepción sobre qué es evaluar y cómo evaluar?
    Con respecto a mi concepción, creo que cada estudiante es un mundo y tiene un pasado (historia), presente (coyuntura) y futuro (expectativas) que determinan su actuación.
    También creo que hay una falsa oposición entre darles notas o darles “solo juicios” a los estudiantes. En una evaluación “de verdad” uno debe trascender estas cosas.
    La esencia está en poder dar información “científica” sobre el trabajo del estudiante. Que sea confiable, relevante, útil y manejable.
    Con respecto a los aspectos, uno debe preguntarse más temprano que tarde: ¿qué aspectos de los estudiantes pongo más esfuerzo y preocupación en desarrollar durante mi accionar como docente? Y, como respuesta, debe salir una lista de aspectos actitudinales, procedimentales y cognitivos, como me pasó a mí.
  2. ¿Cómo relacionas dichos puntos con el aprendizaje de los alumnos?
    Ante todo: ¿qué es el aprendizaje? Una forma de verlo es “generar una nueva integración” en el estudiante, sea a nivel de qué sabe, de cómo piensa, de cómo hace, de cómo actúa, de cómo se para ante la vida, etc. A través de la evaluación trato de intuir o vislumbrar algo de esto. Pero reconozco estar en pañales aún.
    Opino que, en general, a la sociedad (estudiantes, padres, burocracia, autoridades, políticos, colegas, nosotros) no le interesa realmente si el estudiante aprende en el sentido de “tropezarse cada vez menos” o de “adquirir sólidamente las mejores verdades posibles”. Así como están armadas las cosas, uno puede tener mucho éxito en su deambular por el sistema educativo, y sin embargo aprender muy poquito o casi nada.
  3. ¿Qué valores les das a la evaluación cuali y cuantitativa?
    Son complementarias. Es como con los datos del tiempo. “Cielo cubierto” es cuali y “temperatura: 8ºC” es cuanti. Pero creo que, en una evaluación “de verdad”, se tendría que poder aclarar al estudiante o a sus adultos responsables: ¿cómo es su trabajo? ¿cómo trabaja? ¿qué tipo de dificultades podría estar teniendo? Y todo esto es “cuali”. No creo que con un promedio de “notas” y con un juicio “aceptable; debe trabajar más” estemos contestando seriamente esas preguntas que estudiantes y padres quisieran que les respondiéramos.
  4. ¿Qué es evaluar para ti?
    Evaluar para mí son varias cosas que debo hacer “a cada rato”, que están encadenadas y son partes de un asunto solo que es “evaluar”:
    “nivelar” (determinar el nivel de “desarrollo” en el que probablemente estén ciertos) aspectos que me fijé de antemano: actitudinales, procedimentales, cognitivos;
    medir la distancia que hay desde una producción o actuación de un estudiante hasta la producción o actuación que me fijo como modelo (cuanto más baja es la nota, más distancia hay);
    medir el rendimiento de una producción;
    generar información sobre la actuación del estudiante a partir de ciertos “datos”:
    el comportamiento (cotidiano) del estudiante en el aula, todo lo que dice y hace que uno puede captar:
    -los trabajos que entrega (producciones);
    -autoevaluaciones del estudiante;
    -control de su cuaderno;
    -diagnósticos;
    -entrevistas al estudiante y a familiares;
    -(etc.)
    Esta información es relevante para el estudiante en primer lugar, también para sus familiares. Si se pudiera ESTANDARIZAR la evaluación podría existir una “historia educativa” de cada estudiante desde su enseñanza preescolar hasta el final de una carrera universitaria... o incluso más allá.
    (Sigo con las cosas que significan evaluar...): acreditar suficiencia para continuar estudios posteriores;
    certificar el aprovechamiento del curso;
    establecer un “perfil de partida” del estudiante al comienzo del curso, para delinear estrategias de intervención pedagógica en un grupo de estudiantes;
    darle un “sueldo” mensual o bimensual al estudiante por su trabajo, que es su promedio: si es suficiente, su trabajo es suficiente; si recibió un aumento o incentivo...; si se le descontó..., etc.
    Como línea de trabajo de futuro, se podría trabajar en lograr realizar la “evaluación fina del aprendizaje”: ¿el estudiante está aprendiendo mucho, poco o nada? ¿cómo aprende?
  5. ¿A plicas algún modelo de evaluación en particular?
    Si me presentaran una clasificación de modelos de evaluación y me aclararan las características de cada uno, talvez podría identificarme con uno. Mientras tanto prefiero decir que aplico “mi modelo” que construí a partir de las “piezas” que fui consiguiendo de acá y de allá...
  6. ¿La evaluación es para vos un instrumento de poder?
    Si aceptamos que el poder no es algo bueno o malo en sí mismo, sino que depende de los valores y de las intenciones con que lo manejamos, entonces podemos pensar que la evaluación es, de todas las tareas que componen mi trabajo, la que por excelencia expresa mi poder sobre el destino educativo de los estudiantes a mi cargo. Además la evaluación puede venir sucia de prejuicios, menosprecios, “juzgamientos” injustificados y ofensivos de parte de los que evaluamos, y esto es un uso antiético y dañino del poder que legítimamente se nos ha dado.
    No es fácil usar este poder limpiamente, pero es más difícil si no tenemos la conciencia real del impacto que genera nuestro uso de ese poder, y si no tenemos criterios compartidos y sólidos, basados en una ética sólida y auténtica, y con una evaluación estandarizada.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Entre a tu blog a un sector vinculado a evaluación, comparto muchas cosas, pero también me llamo la atención una afirmación en la que manifestas que a políticos autoridades, etc no les importa si los alumnos aprenden. Perdona, pero en el sentido de crítica constructiva: creo que puede ser que a muchos no, pero a otros , y no pocos, este tema y con toda humildad me incluyo, nos tiene muy preocupados. Asumiendo desde el rol que me toca, la responsabilidad y el sentimiento de desazón que suele producirme la efectividad de mi trabajo, el convencimiento de la relevancia de la tarea me convencen que no tengo que escatimar esfuerzos al respecto.

Anónimo dijo...

Acepto la injusticia que produce "meter en una misma bolsa". En realidad no me interesa clasificar y juzgar a nadie. Quise marcar -seguramente de un modo inconveniente- la diferencia entre el aprendizaje entendido como lo aclaré en la entrada y "el pasar" por el sistema de forma bastante intascendente. Por supuesto que aquellas palabras mías, y también estas, están muy teñidas de impotencia. Porque el aprendizaje se juega mucho en la esfera subjetiva y de libertad del que aprende... ¡Por suerte!
Las críticas son medicinales. Afilen el lápiz mis amigos!!!